¿Qué pasaría si México deja de fabricar moldes?
¿Qué pasaría si México deja de fabricar moldes?
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La producción y utilización de moldes en la fabricación de autopartes fue el tema central en el segundo día del 6to Simposio y Exposición Manifactura de Autopartes que se realiza en México. En salones independientes enfocados en componentes metálicos y plásticos, expertos internacionales abordaron temas críticos como las tecnologías disponibles para su fabricación y mantenimiento, técnicas de enfriamiento, innovaciones en materiales para la inyección de piezas automotrices y encadenamientos productivos para la fabricación de los mismos.
La jornada terminó con un panel de discusión sobre nuevas tendencias en la manufactura de moldes y oportunidades para los fabricantes en México que dejó en evidencia lo fundamentales que son los moldes, su manufactura y reparación, para la producción de autopartes en este país.
Al contestar la pregunta de Laura Flórez, directora de track de plástico del Simposio, sobre qué pasaría en el hipotético caso de que México dejara de hacer moldes y se dedicara a importarlos y refaccionarlos, las respuestas fueron desde un contundente: no pasaría nada, a una comparación que tocó directamente el sentimiento de los asistentes: México sin manufactura de moldes es como tequila sin agave.
Alfredo Calderón, director de ACG Plastics Consulting, manifestó que en este escenario, no pasaría nada. Profundizando en su respuesta explicó que los talleres de moldes se dividen en dos: los que hacen moldes nuevos y los que dan mantenimiento. “Qué pasaría si se importarán, que todos aquí deberían dedicarse a dar mantenimiento. Hoy, de todos modos, los talleres en México no son suficientes para dar mantenimiento a los moldes que operan. Si no hiciéramos un solo molde y solo nos dedicáramos al mantenimiento, los talleres seguirían saturados de trabajo”, indicó.
A su turno, Eduardo Medrano, secretario de la Asociación Mexicana de Moldes, Matrices y Troqueles (AMMT) y presidente de Single Source Technologies (SST), coincidió en que tal vez en la inmediatez no pase nada pero, a largo plazo, este es un segmento que genera empresas mexicanas y de capital local.
El hecho de dejar de hacer moldes es sabotearnos de la única posibilidad que tenemos de desarrollar una industria de verdadero valor agregado. Hoy para dar salida al 50 o 60% de importación de moldes necesitamos 200 talleres grandes”.
Daniel Altimiras, director comercial de Dicomol y presidente de la Asociación Catalana de Empresas de Moldes y Matrices (ASCAMM), agregó en que este caso hipotético generaría una dependencia del exterior. “Y si pasa lo contrario; que ya no es México quien decide dejar de fabricar moldes, si no es el resto del mundo el que no quiere vender, pues México tiene un problema”.
Jesús Calderón, presidente de Clúster de Plásticos de Querétaro, expuso su opinión con una comparación: “yo no me imagino un México sin el agave azul: hacemos tequila, pero no tenemos agave”. A esto añadió que en circunstancias propias de la industria, como la necesidad de desarrollar un molde en tres días, mientras se hace la solicitud a un fabricante del exterior, y este acepta el pedido, el tiempo perdido significa un “harakiri” para el manufacturero mexicano.
Desde la perspectiva de la academia, Carmen Bueno, investigadora de la Universidad Iberoamericana, anotó que es necesario pensar en economías de escala y emular la experiencia de Portugal, país en el que pequeñas empresas maquinan y trabajan colaborativamente.
Uno de los grandes problemas es lo que implica invertir constantemente en tecnología. Si cada empresa tiene que hacerlo constantemente, por qué no tener ese modelo que surge en MIT: tú innovas, tú tienes a tu cliente, tú haces el diseño y luego vas a estos lugares que concentran la tecnología y rentas tiempo de la tecnología, de la infraestructura que está ahí metida”, manifestó Bueno.
El Director ACG Plastics Consulting ratificó el valor de esta propuesta al declarar que las máquinas de un taller y las horas de trabajo en el mismo deben ser consideradas como un commodity. “Yo rento una fresadora el tiempo que yo quiera porque tiene un precio en el mercado. Es que queremos hacer de todo, no vemos cada máquina como algo que se vende por hora. Compro un CNC, lo anuncio y todo el mundo sabe que vendo la hora. Habría mucha gente dispuesta a comprar ese tiempo".
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