La industria automotriz se prepara para la reactivación

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El COVID-19 ha dejado una huella profunda en la industria automotriz, llevándola a una crisis sin precedentes. Se ha anticipado una caída que puede llegar al 40 % en la venta de vehículos en América del Norte. Pero a medida que los países empiezan a reactivarse, las compañías proveedoras de autopartes buscan su camino para llegar a la luz al final del tunel.

Una de las dificultades que se presenta es el desfase en la curva de contagio y por tanto en las cuarentenas. En general, los periodos de aislamiento social y cierre de plantas han sido de 3 a 8 semanas en el mundo. Entre Estados Unidos y México existe un desfase aproximado de cuatro semanas, y por eso cuando algunos Estados empiezan a abrir, México aún se encuentra recluido. 

A medida que Estados Unidos ha empezado a levantar sus medidas de aislamiento, se espera que las empresas en México empiecen a lograr licencias para la apertura, avaladas por protocolos de seguridad que ya han sido probados en otras plantas del mundo. Se espera que tres días después de abrir las plantas en estados como Michigan u Ohio, las empresas proveedoras instaladas en suelo mexicano puedan empezar a operar.

Pero la reactivación no será inmediata: "no se abrirá al 100 %, sino de manera paulatina", explica Óscar Albín, presidente de la INA, Industria Nacional de Autopartes. Y debido a que las armadoras tradicionalmente contaban con inventario de 60 a 70 días, con la caída en la demanda los inventarios ahora les alcanzarán para 120 días, por lo que se anticipa que el sector, en promedio, pare un turno.

Una situación difícil generalizada

Este año no venía siendo bueno para la industria automotriz. En China, por ejemplo, se observaba ya antes del Coronavirus una caída en la producción, y en México había caído la demanda. Al perder mercado interno, China había salido agresivamente a buscar nuevos mercados.

Pero si bien al principio del año se había pronosticado la producción de 16.68 millones de vehículos en América del Norte, con la crisis del coronavirus la consultora IHS ha anunciado que en el mejor de los casos se espera que la producción caiga a 12.1 millones de vehículos. La producción de autopartes en México caería a USD 57 miles de millones, desde USD 99 miles de millones en 2019, el año récord de la historia. "Vamos a regresar al mercado que teníamos hace 10 años", comenta Albín.

Además de la esperable pérdida de empleos que esta coyuntura traerá - a un sector que emplea cerca de 973 mil personas-, una consecuencia aún más grave para México es la pérdida de divisas. La industria automotriz ingresó a México más de USD 88 mil millones en 2019; en comparación, las remesas le generaron USD 36 mil millones y la industria turística USD 14 mil millones. 

En 2019 la industria automotriz ya estaba por encima de la industria alimentaria en contribución al PIB, y representó un 20.8% del mismo (la industria alimentaria representó 20.3, y la industria química 6.2%). Esto sumado a la caída en precios del petróleo, hace que la economía en general tenga que prepararse para un año difícil. 

Luz en medio de la crisis

No hay forma de suavizar las cifras, la caída en el mercado es significativa y golpea enormemente un sector que venía creciendo a pasos agigantados, al punto de posicionar a México en el quinto lugar como proveedor de autopartes mundial, detrás de China, Estados Unidos, Japón y Alemania. Antes de la crisis, se pronosticaba un mercado de ventas de USD 102 billones para 2020.

Pero también es cierto que toda crisis trae consigo oportunidades. Un sector para el que se prevee crecimiento es el de los vehículos de carga y tipo van, ya que ahora gran parte del abastecimiento está teniendo lugar con domicilios y transporte de mercancías. 

Otra ventaja es que esta coyuntura acelerará la entrada de la industria 4.0 y de tecnologías de digitalización, que harán que las plantas puedan monitorearse de manera remota. La trazabilidad de la información, aunada a las herramientas de realidad aumentada y de almacenamiento de datos pueden dar un gran impulso en México a que las empresas incrementen sus índices de productividad. 

Y también es necesario reconocer una verdad fundamental: no es posible desaparecer de un plumazo la extensa inversión e infraestructura que se ha creado en México, y la compleja y sólida interdependencia de los mercados. La industria norteamericana automotriz está escrita de manera indeleble con autopartes mexicanas. "No se puede manufacturar un automóvil sin componentes de México", afirma Albín. De hecho, el T-Mec viene a fortalecer aún más a México en esta cadena de proveeduría.

Desde el punto de vista de formación, la industria automotriz en México cuenta con una ventaja única, y es la diversidad de culturas de producción instaladas dentro de su suelo. Un técnico en cualquier método de transformación se empapa de la cultura de trabajo japonesa, alemana o coreana al ir rotando de empleo, y tiene así un bagaje con el que no cuenta ningún técnico que se haya formado bajo una sola cultura productiva. El enorme esfuerzo de capacitación y tecnificación es el que hoy garantiza la continuidad de un sector, que resurgirá de la crisis fortalecido.

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